¿Y si fueran ellos y no ellas los de correr a esconder los libros, títulos y diplomas para que no sospechen que leen, que han estudiado?
¿Y si fueran ellos los de quedarse en casa mientras sus hermanas estudian y trabajan, presos, sin permiso para salir a la calle o asomarse a una ventana sin la tutela omnipresente de una hembra?
¿Y si los padres entregaran a sus vástagos, varones, aún pequeños y no a sus hijas, para que hagan con ellos los que quieran y así evitar que quemen sus casas cuando los monstruos vengan a buscarlos? ¿Y si fueran los niños y no las niñas los vendidos porque la familia necesita comprar una lavadora o una cabra? ¿Y si fueran ellos los obligados a vestir ocultando cualquier atisbo de cabello, piel y forma masculina para no provocar la lascivia incontenible de las miradas femeninas sobre el sucio cuerpo del hombre?
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