No hace falta que ampliéis la imagen ni acerquéis la nariz a la pantalla. Efectivamente, es como parece: un culo. Unas nalgas, glúteos, cachetas o como lo llaméis según la procedencia de cada uno.
Antes de que me tachéis de inapropiada dejadme que me explique. Ya os adelanto que mi explicación, por cierto, una vez más… nada tiene que ver con este culo, si no con aquello de la asociación de ideas y esta manía mía de hacer de todo una historia.
Prometí a mis amigas traerles la foto de un culo griego ¡perdón! Quiero decir «un culo de estatua griega», pero por aquello de la crisis que ya os conté, estaban los culos muy desgastados. Que cada uno juzgue esta frase como crea. Sea como sea, será bastante cercano a la realidad.
Y en cambio en Budapest, en la Ciudadela, encuentro este culo, bien conservado y magnífico en proporción, y al acercarme descubro, como veis, que está lleno de chicles pegados. Los masticadores no han perdonado ojete ni escroto. Repleto. Y sin tener tanto que ver, mi memoria viaja a Berlín.
Tras la caída del muro, los pedazos viajaron por todo el mundo. Piezas menores aparte, el propio gobierno alemán estima que hay 240 columnas dispersas por ciudades y países.
En Madrid tenemos 3 en el propio parque de Berlín.
Aquí, en Budapest, una columna espera intacta y fría, frente a la puerta de la Casa del Terror.
Pero es en Berlín, absolutamente por toda la ciudad, donde hay multitud de columnas tapando el dolor y la tristeza de antaño con todo tipo de expresiones artísticas. La mayoría, graffitis y pinturas, obviamente, pero frente a la céntrica Potsdamer Platz hay un pequeño conjunto de piezas repletas de chicles. Bien mirado, así cada uno puede contribuir a la causa, ser artista por un rato, tan solo mascando y escupiendo.