Un mercado en Hong Kong
Sé que me hago algo pesada con el verbo. La de cosas que «me encantan». Pero vale, así soy, desnuda y plasta y me encanta, en mis viajes, descubrir esos sitios del día a día.
Sé que me hago algo pesada con el verbo. La de cosas que «me encantan». Pero vale, así soy, desnuda y plasta y me encanta, en mis viajes, descubrir esos sitios del día a día.
Estaba con Luis esperando en la puerta del Open Hand (un café muy popular en Benarés entre los turistas que podemos pagarlo) cuando llegó este ciclo-camión de la basura y el conductor lo dejó para ir a buscar la susodicha del susodicho. Rauda y veloz apareció una vaca, salivando incrédula al encontrarse con semejante buffet libre.
Es como si estuviéramos imantados. De alguna forma, los españoles que van aterrizando en Benarés (en sus distintos formatos: voluntarios, viajeros, músicos y otro tipo de artistas) vamos formando una piña. Se van los «unos», pero antes ya han llegado los «otros» a hacer cantera.
Mi momento favorito del día sigue siendo verlos comer. Llegan entre risas, se lavan las manos y hacen una larga fila hasta la cocina. Te reciben con un: «Goooood morning, mam!» o, los más mayores, con un «¡Buenos días, ‘profesor’ Pilar!». Cada uno llevando con más o menos destreza su plato, buscan un hueco entre las largas alfombras y se sientan ocupando cada mínimo espacio disponible del suelo.
La Rue Georges Marie que rodea mi hotel está llena de restaurantes; todos italianos o japoneses. Hace demasiado frío para sushi, y la verdad, un plato de pasta puede ser lo más apropiado para calentarme, aunque sea por dentro. Me he decidido por un modesto local llamado La Dolce Vita y un plato de pasta aux fruis de mer que ha resultado una maravilla.
Otra velada con “las chicas”. Esta vez, martes de San Valentín que, a falta de pareja de la que colgarnos del brazo rebautizamos como San Solterín. Nada nuevo. Ni siquiera es un invento nuestro… Lo que creemos que sí lo es es que nosotras la hemos repetido el viernes y, conste en acta; aún nos queda una tercera y última tanda. ¡Faltaría más! Lo bueno si tres veces, es… dejadme que […]
Decididamente mis amigas y yo tenemos poco en común. Podría enumeraros una laaarga lista sobre nuestros físicos, edades, carreras, gustos por los hombres… (esto último nos ha parecido siempre muy práctico), pero sería infinita. Sin embargo, hay un punto que compartimos de buen grado y es el de nuestras reuniones culinarias. Nos juntamos en cualquier casa (normalmente la mía, que soy la «mamá» del grupo) y cocinamos, ¿os suena muy marujo? Tendríais […]