
El lowcost no es un invento nuevo. Ni siquiera de las compañías aéreas que han popularizado el término. Nuestros abuelos ya hablaban de comprar duros a 4 pesetas aunque, lo pronunciaran con un rintintín que tachaba de ingenuo a quien pretendiera tal odisea. Pues bien: SE PUEDE. Y parece que a 3 pesetas, también.
Cuando la palabra crisis copa los titulares de los periódicos y las reuniones de directivos de empresas parece imprescindible recortar costes: reducir personal, salarios y reducir cualquier gasto superfluo que sea temporalmente prescindible. Los eventos entran, naturalmente, en este último paso.
¿Cuánto tiene de efectivo? Como medida de ahorro mucho pero sólo a corto plazo. A medio plazo, quien no se promociona, no existe. Quién no ofrece ese "algo más" a sus clientes se arriesga a perderlos por quién sí los tenga en cuenta y los mime llueva donde llueva.