Me encuentro con este cartel: «Por favor, respeten el descanso de los vecinos. No hagan ruidos innecesarios».
Y así, de pronto, en la barra del bar con un vermut en la mano, se me han ocurrido varios «ruidos innecesarios».
¡Qué sé yo…! Por nombrar algunos:
«¿Estudias o trabajas?», «¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?», «¿Y vienes mucho por aquí?», «¿Te han dicho alguna vez que eres muy guapa?»…
Y así, seguiría, frente a frente, contestándole a un cartel que, pobre, no tiene culpa de nada, que bastante tiene con estar colgado, pero como me toca llevar la ronda de vermuts a la mesa… pues me voy.
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