Vienes con que me voy
cuando eres quien se fue primero.
Me voy porque no estabas,
no existe más motivo
que me voy porque te has ido,
que me voy porque te quiero.
Y ahora te llenas de “tengo miedo a perderte”
y no entiendo, cómo te pueden dar más miedo
esas mínimas antípodas,
que esa ancha media hora
que ya no cruzas para verme.
No, no me da la gana…
No me dan miedo los mapas.
Que no hay distancia que no salve un vuelo,
y que está en el hoy y no en mañana
todo lo que es tan nuestro y se escapa.
Lo que da miedo es tu miedo,
que, por no intentarlo, te rindas,
que aún no me he ido y te estás rindiendo.
“Es que te vas, es que te vas…
da tanto miedo perderte”
¡Me voy porque no estás!
Y soy de hacer todo a lo grande:
vivir, huir, quererte…
Que me voy, pero mañana,
que hoy aún me tienes delante
¿qué vas a hacer con tanta suerte?
Si te di cada una de mis contraseñas,
de mis secretos, de mis recetas,
de las frases de mis libros
de mis planes y poemas
y ni una sola vez has dicho:
Ahora no, te necesito
por favor, solamente espera.
¿Te suena? Lo oíste cien veces:
Ahora no, te necesito,
por favor, solamente espera,
que el mundo tiene sentido (si vuelves)
que tengo entradas, cena, frío,
que ya llega enero, llega septiembre
y prometiste llevarme contigo
que se nos romperán los para siempre,
que ahora no, te necesito.
Pero resulta que ahora me voy
(la que soy y soy tan tuya),
sin ti y contigo, a mundos nuevos,
y andas buscando quien me sustituya,
y escoges de compañera al miedo.
De sobra sabes que no está a la altura
de lo mucho que nos queremos…
Pobre, pobre de ti…
¿Qué será de ti mañana
cuando nos cruce la vida en cualquier paralelo,
en cualquier arrozal, río, montaña,
en cualquier país, ciudad, acera,
(y tú sigas siendo tú y yo siga siendo yo)
y la vida te sacuda el suelo,
y te des cuenta que todas las distancias del mundo
no estuvieron nunca afuera,
si no dentro de tu miedo?
Cuando te pida explicaciones
a ver qué excusas das a tu cuerpo…
¡Que lo hará, que sabemos que lo hará!
Y eso sí… da mucho miedo.