‘El cielo puede esperar’ era un programa de Movistar donde se simulaba el fallecimiento de algún personaje célebre y su consiguiente sepelio al que acudían conocidos que el ficticio difunto veía desde una sala aparte. Fuera de la ficción, nadie o casi nadie tuvo hasta ahora la posibilidad de ser testigo de las lágrimas de cocodrilo y escuchar los testimonios que acreditan lo buena persona que eras —ahora que te has muerto—, salvo quizá, Pablo Casado.
Pienso mucho últimamente en Pablo Casado. Lo imagino paseando de arriba abajo por el salón de casa con el televisor de plasma encendido y con la misma postura en las manos de Montgomery Burns en los Simpsons, exclamando un ‘¡Excelente!’ a cada nuevo escandalazo que protagoniza el partido que hasta ayer presidía.
Seguir leyendo en Diario de Ibiza