Apenas dos días después de que Díaz Ayuso dijera en la Sesión de Control al Gobierno que «la homofobia está en la cabeza de la izquierda. La Comunidad de Madrid es segura, abierta y respetuosa», Chueca, el epicentro de las libertades LGTB+ se llenaba de bárbaros al grito de «sidosos fuera de Madrid», «maricas, fuera de nuestros barrios».
Lo hacían amparados en la Constitución Española y el derecho de reunión pacífica y sin armas. «El ejercicio de este derecho no necesitará autorización» sino «comunicación previa a la autoridad, que solo podrá prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes». La policía les incautó palos, bengalas y un puño americano. Los gritos homófobos, xenófobos y machistas tuvieron lugar antes incluso de que arrancara la marcha. Pero continuó.
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