Liza Minnelli y Joel Gray cantaban en ‘Cabaret’ que «el dinero hace el mundo girar, el mundo girar, el mundo girar», pero mi parte favorita era -onomatopeya incluida- «¡Una pedorreta a ser pobre, prrr!».
Y Sabina en la voz de Ana Belén nos llevaba de recorrido por Madrid cantando la historia de aquel fugado de Ciempozuelos que «llegó con su espada de madera y zapatos de payaso a comerse la ciudad, compró suerte en doña Manolita y al pasar por la Cibeles quiso sacarla a bailar un vals, como dos enamorados y dormirse acurrucados a la sombra de un león».
Me acuerdo de aquel loco cada vez que cruzo la larga cola que, llueva o truene, rodea desde hace meses a la popular administración.
Y mañana, un puñado de nuevos ricos brindarán a las puertas de administraciones muy parecidas con champán «del malo» „y además, a temperatura ambiente, cada vez que los veo me pongo mala yo„, entre lágrimas de emoción porque el azar y el dinero apostado (que nunca invertido) se convertirán en la soñada sonada pedorreta o, lo que es lo mismo: ganarán la Lotería de Navidad.
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